LOURDES MÍNGUEZ

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El camino exacto

Compartí una cita de Joan Didion sobre el acto de escribir en mi cuenta de Instagram.

«Escribo por completo para averiguar qué estoy pensando, qué estoy mirando, qué veo y qué significa. Lo que quiero y lo que temo». —Joan Didion. What I write. Lo que quiero decir.

Por qué escribo. Me perturba esta pregunta aun cuando sé que no podría hacer nada mejor en el mundo que mostrar lo que habita en mis silencios a través de la escritura. Me calma saber que puedo expresar todo lo que llevo dentro mediante la palabra. Existe un lago enorme repleto de sensibilidad contenida en algún punto de mi cuerpo, mis venas desembocan ahí. Las teclas de mi ordenador son un arma suave, bondadosa. Aliada, a mi entender, que se activa en cuanto cierro los ojos, y me ayuda a sacar todo lo que hay y a darle orden.

 Pero cuando digo que me perturba esta pregunta es porque el acto de escribir me parece demasiado relevante como para precipitarme a dar una respuesta que pueda resultar insuficiente. Desde que empecé a escribir novela descubrí que había algo más allá de la necesidad de expresión. No sé muy bien cuándo sucedió, pero me di cuenta de que algo me llamaba cuando escuché por primera vez la palabra novelista. No había oído jamás palabra que me hubiera producido una atracción igual.

 La novela me ayuda a recordar por qué escribo, y me doy cuenta de que no quiero salir de ella. Cuando escribo novela encuentro una especie de rendición a descubrir el camino exacto, la respuesta, la verdad de los hechos. Cuando cuentas una historia no puedes sino contar la verdad de la historia. Este hecho me hace conocer al ser humano tal y como deseo hacerlo, sin vendas. Y esto es lo que me conmueve de la escritura, la honestidad de reconocerme en ella, y a la vez, de poder mostrar aquello que creo que debe ser contado del modo en que creo que debo hacerlo, a través de esa sensibilidad que me dirige. Siento un compromiso en ello, siento que hay tanto que debe ser contado, así como siento la urgente necesidad de deleitar al alma a través de la historia.

 Saber que trabajo en esto me satisface de forma única y absoluta. El proceso es una delicia. Me gusta elegir las palabras casi saboreándolas, construir palacios como melodías que manifiesten un mundo rico de matices a través de ellas, pensar que puedan ser degustadas como quien degusta un roquefort o un vino, y hallar una experiencia lírica con relación al entendimiento del ser humano.

Escribo desde la nostalgia, la esperanza y el anhelo. Hablo de amor, de arte y de naturaleza. Elementos con los que convive mi estela interior, y en los que me envuelvo concienzudamente para encontrar el camino. No entiendo ninguna historia que no se componga de alguno de estos elementos. El tiempo marca las manillas del reloj en un ritmo delicado, a veces hacia atrás, a veces hacia delante, a veces elije pararse. Te da la posibilidad de jugar con él y observar con precisión hasta sentir cada parte como si fuera tuya. La escritura une mi cuerpo a mí misma y al universo.

Joan Didion en 1972 by Jill Krementz